miércoles, 9 de enero de 2013

LA SALIDA ÚNICA

Impetuoso un sol de justicia
machaca la piedra contra la piedra,
solivianta el decir del aire
que se vuelve incierto, nauseoso.

Se camina hasta el fondo
de lo que antes se daba por seguro
para encontrar la nada,
la pesadez de azoteas desnudas,
el orden inverso de las palabras.

Y no existen respuestas,
en el secano que aguarda,
para saciar la sustancia
amarga, triste, necesaria.

Matemática de calculados rendimientos
esperan tras las cortinas del hambre.
Gritos de júbilo resuenan en el asfalto
pestilente de la economía,
en las fronteras corruptas de la aritmética.

El túnel del tiempo golpea
con guantes de negro terciopelo,
de decadente etiqueta,
a los que asoman del agujero.

Para qué la fe convertida en certeza
de cadenas oscuras, de ventanas
cerradas, jardín del llanto.
La resignación no puede ser
la salida única, la paz de los muertos.

El hombre se busca a sí mismo,
como lagarto en el solajero
expuesto a los elementos,
hasta la última paletada de tierra.

M.A.N.H. (08/01/13)