lunes, 24 de noviembre de 2014

EL POETA DORMIDO


El poeta cuando estaba dormido soñó.
Soñó con su mente en blanco
al enfrentarse con el papel desnudo.
En la fase REM del sueño, 
cayó por la pendiente de las palabras 
que huían en torbellino,
que desaparecían en desbandada.
Las pupilas giraban grandilocuentes, narcisas,
y las manos se crispaban 
como agarrotados pies de araña.

Dónde la flamígera pluma de basalto.
Dónde la parcela ilusoria del recuerdo.
El peso curvo de la sustancia primera.
Dónde la temprana primavera del verso.

El poeta dormido era 
como cualquier desposeído, 
como cualquiera durmiendo.
En la angustia del sueño sus huellas 
se deslizaban por la mansedumbre
del anochecer en el desierto.
Y contaba, uno a uno,
los granos de arena acumulados
por el viento 
contra el horizonte.

Dónde el sentido de volver sobre lo mismo.
Dónde la alegría de sorprender momentos.
La alucinada conciencia de lo poético.
Dónde la amable imagen ante el espejo.

M.A.N.H. (24/11/14)

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