Si miro a mis pies, sólo arena seca
y huellas que se entrecruzan.
Quizás,
la caliente calima de los sueños
amaine
o, acaso, se atolondre
el vaivén sonoro
de añejos dolores de cabeza.
Por lo que pueda pasar
en martes y trece,
me apresto miope a seguir escribiendo,
impunemente,
entre marcas y tachaduras,
la conclusión del prefacio.
M.A.N.H. (13/09/16)
Al fondo del bosque, la humedad se hace presencia, aullido, sobrecoge y alimenta.
miércoles, 14 de septiembre de 2016
viernes, 9 de septiembre de 2016
Era un río la ciudad
Era un río la ciudad.
El cielo de la tarde de la ciudad, un río.
Los reflejos en los árboles del parque,
el claroscuro de las sombras
y el reloj del campanario
eran un río.
Un río
las aceras anegadas
y el paso alerta del ganado.
Siempre la misma distancia,
siempre el agua que pasa distinta,
miradas que se detienen
como palabras en el silencio.
Un río de formas sin sustancia.
Río de aves emigrando.
Hombres, mujeres, niños,
hacia el mar.
Un río de sangre
calle abajo.
M.A.N.H. (05/09/16)
El cielo de la tarde de la ciudad, un río.
Los reflejos en los árboles del parque,
el claroscuro de las sombras
y el reloj del campanario
eran un río.
Un río
las aceras anegadas
y el paso alerta del ganado.
Siempre la misma distancia,
siempre el agua que pasa distinta,
miradas que se detienen
como palabras en el silencio.
Un río de formas sin sustancia.
Río de aves emigrando.
Hombres, mujeres, niños,
hacia el mar.
Un río de sangre
calle abajo.
M.A.N.H. (05/09/16)
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